jueves, mayo 25, 2006

Cuando rompió el espejo sintió que el aire cambiaba. Nunca pudo precisar el cambio, sólo una extraña sensación, un breve parpadear coagulando una lágrima naciente, un sinfin impreciso de finales imaginados en su infancia imaginaria.
Miró hacia abajo. Baldosas y marcas de pisadas intranquilas. Hacia arriba humedad, goteras, amarillos ocres detestables. A los costados nadie.Paredes. Muros impertinentes levantados con el esfuerzo del día a día para protegerse de la noche a cielo abierto. Abajo espejos, lo que fuera uno multiplicándose de manera inmisericordiosa, fragmentando su imagen con el descaro de la belle indiference.
Abrió la puerta. El mar inundó su habitación, la sal corrompió los ventanales, la luz se hizo noche y brilló como nunca antes lo había hecho.
Qué es extrañar?
La distancia que marca la piel y los sueños del encuentro.
Qué es extrañar?
La necesidad de tu presencia.
Extraña yo para mí al estar entre tus brazos.
Y tu? No estás. Aquí. No obstante...
Cómo escribir acerca de la espera de la palabra que me ayude a aprehender el sentido de la soledad que enmascara la espera.
Cerró la puerta y contuvo la respiración. Llora. Ríe. Se siente niña entre los sonidos ondulantes. Se siente anciana entre los aromas del pasado.
Hoy no sabe quien es ella. Hoy no sabe.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muy bien lograda la imagen. El misticismo que contiene el espejo se rompe en pasado y presente, las huellas y las voces. Es algo abominable la idea de la inexistencia de los espejos, tampoco los del agua. Qué sería de nosotros, de nuestros rostros, que sería?
Es hermoso ceci. Ya te dije igual que me gusta lo que escribís.
Quizás esté un poco cargado de adjetivos. PEro está bárbaro.
Ernesto

2:36 a. m.  

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