lunes, abril 10, 2006


Nadie llama. Es que nadie hay. Te resistes a la idea pero es un agujero en tu interior a la epera de ser llenado por palabras. Pero las palabras no existen... Señuelos. Como todo, nada hay. Todo lo perdiste aún sin tenerlo.
Sólo un nudo en la garganta deslizándose a la intemperie de tu alma. Pobre niña perdida, aún no sabes usar tu vo. Te ocultas en señuelos mutilados de un sinfin de voces que alimentan el miedo al lenguaje.

Nadie llama porque no hay nadie.
Nadie viene porque eres el templo del desencuentro.

Aquí yo, a la espera de una oración.

fotografía: Dan Burkholder.