domingo, abril 09, 2006

A solas con ella

Caminaba por la orilla del mar buscando entre la espuma fragmentos de melodías ancestrales. Girones humedecidos de recuerdos sin pasado se deslizaban suavemente por entre sus pupilas. Muñecas de piernas largas colgaban de las paredes, literatura de oro para las princesas que dormían entre sábanas rosas. Un paisaje de otoño extendiéndose al borde de una calle interminable, amarillos y ocres pincelando melancolía en hojas sedientas de tinta. Todo estaba allí sin estarlo, sin pena ni llanto, estaba.
Talvez porque no existe momento de encuentro entre el espejo y mi rostro, entre la mirada y sus ojos,porque no es posible dejar de ser otra más allá de la puerta y porque aún atravesándola puedo encontrarme, puedes encontrarme también, no es tan complicado, siempre yo entre tantos pedazos.
Asusta pensar en la niña de ojos lejanos, nunca tan sola entre los disfraces, siempre acompañada de las palabras, siempre tan ella sin saberlo.
No duele el amor sino sus gestos, aquellos que asoman cuando se desgajan las miserias en las que
dormimos sintiéndonos tan cómodos.
Entonces pregunta, no usando la razón que siempre está de tu parte, pregunta sin motivo y por puro antojo. Las letras del silencio son tan fuertes que estremecen y aún así la página seguirá llenándose de ellas. Hablar...de cualquier modo, con cualquier boca, con cualquier voz. Temblar ante cada imagen, ante cada vocal.