martes, mayo 24, 2005

Intrusiones.

Delante del espejo, sin otra piel más que la transparencia del invierno, sin otros sentidos más que la sangre en su eterno ir y venir por aquellas acequias de tiempo y espera. No pudo impedir la risa, esa extravagante compañera inoportuna en momentos de tensión, ese parche disfrazado que ilumina por instantes con brillos opacos que nadie percibe. Rió y rió y rió hasta que no pudo otra cosa suceder más que su metamorfosis: una gran boca abierta en pose de risa. Quizo llorar a pulmón joven pero no pudo, no encontró sus ojos ni su nariz, ni sus pulmones, menos aún las lágrimas (las bocas no lloran con lágrimas).
Intentó salir de ese espejo que la había atrapado en la captura de una imagen que no era y no quería ( o era y no quería? o quería y no lo era?) pero sin pies...sin manos...estiró su lengua dorada tanto como, una y otra vez, cada vez con más fuerza, cada vez con más violencia, hasta que el dorado se fundió con el rojo, y el rojo de la sangre con el azul del cielo reflejado en los espejos, y los espejos reproducidos multiplicaron las bocas y las lenguas rotas sangrantes.
Ay! Ella sólo quizo ver que había detrás del espejo.

Ceci.

2 Comments:

Blogger cecilia said...

tanto como pudo

3:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muchos nos empeñamos en buscar lo que tenemos justo enfrente...me gustaron tus textos, sigue escribiendo asi de bien!Pasare mas de seguido x aca...

12:26 p. m.  

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